jueves, 26 de enero de 2017

Carvalho resucitado

La próxima 'resurrección' de Pepe Carvalho de Manuel Vázque Montalbán ha puesto sobre la mesa el debate sobre si en literatura los personajes deben 'morir' con el autor que lo creó o puede ser resucitado por otro escritor. Yo lo tengo muy claro: deben abandonar juntos este mundo.

Es ley de vida que en el mundo terrenal, el de verdad, los padres deben fallecer antes que sus hijos. Lo contrario es una tragedia. Pero en literatura no es así: ambos suelen marchar juntos y la existencia del personaje queda congelada solo en los libros escritos. 
libro pepe carvalho

Esos personajes pertenecen al autor, "porque son tan suyos como sus pensamientos", como bien dice Jaume Cabré en Las incertidumbres, un libro leído recientemente que me ha supuesto una agradable sorpresa y me ha permitido descubrir un autor que me parece de lo más interesante. Los personajes forman parte de un mundo que ha creado el escritor, careciendo por tanto de sentido que después salten a otro mundo distinto de alguien que no lo ha creado y, retomando lo dicho por el escritor catalán, cuyos pensamientos no le pertenecen. Porque éste no puede jamás sentirlo suyo más allá, eso sí, de como podría hacerlo cualquier otro lector, que siempre será una forma muy diferente de entender, sentir, interpretar y querer u odiar al personaje en cuestión. 

Todos al leer hacemos nuestros de una manera u otra los personajes, especialmente los que nos cautivan, los que nos enamoran o incluso aquellos que provocan rechazo, pero a nuestra manera, en función siempre de nuestra forma de sentir, de pensar y de vivir, de nuestras experiencias, de nuestros sueños, de tantas y tantas variables que es imposible que dos personas sientan igual a un mismo personaje. Es, quizá, parte de la magia de la literatura, de un buen libro que es capaz de emocionarte, de quedarse grabado a fuego en tu memoria y en tu corazón. Cada uno hacemos nuestro de una forma diferente a Emma de Madame Bovary (Gustave Flaubert), a Rányer de El azar y viceversa (Felípez Benítez Reyes) o a Arantxa de Patria (Fernando Aramburu) al leerlos.

Tomo prestada otra reflexión de Cabré para ampliar la argumentación de mi posición en este asunto. En concreto una que viene a decir que los personajes de una novela son difíciles de construir, entre otras razones, porque crecen con el mundo narrativo "y acaban teniendo, si sabemos hacerlo, vida interior". Y esa vida interior, añado yo, solo la conoce en toda su extensión quien la creo, aunque ese conocimiento vaya creciendo a medida que va escribiendo y la novela avanzando.

Porque, por muy bien que yo sepa dibujar, aunque intente pintar El nacimiento de Venus como el original, nunca, jamás, podré hacerlo igual que Botticelli. Podrá parecerlo, pero no será el mismo. Siempre será una copia.

Pues con lo de Pepe Carvalho sucederá lo mismo. Su creador, Manuel Vázquez Montalbán, falleció en 2003 y ahora, 13 años después, se ha anunciado que resucitará de la mano de Carlos Zanón. Incluso se ha puesto fecha: 2018. Se trata de una prácticamente relativamente habitual en la novela negra. Se dice que en este caso se busca atraer a nuevos lectores, trasladar el personaje al público que no lo conoce. Eso argumenta al menos la editora Belén López (Planeta).

Será un Pepe Carvalho distinto, aunque se llame igual y por muy bien que lo haga Zanón.

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