viernes, 24 de febrero de 2017

Coto a la agresividad en foros y redes

Me ha llamado la atención un artículo leído hoy viernes (24 de febrero de 2017) en el 'El País' que habla sobre la creciente agresividad en internet y en los foros que los medios de comunicación habilitan para que sus lectores puedan opinar sobre una noticia, reportaje o columna, y la reciente medida al respecto adoptada por el periódico de mayor tirada en Suiza, el Neue Zürcher Zeitung (NZZ). Me ha parecido tan buena, tan acertada y que incide en un asunto de tanto calado en los tiempos que corren que no me he resistido a hacerme eco de ella en este blog.

Ha decidido suprimir los comentarios libres de los lectores en su web y reemplazarlos por tres foros de debate diarios sobre asuntos de actualidad elegidos por la propia redacción del periódico, además de un debate semanal con los periodistas que hayan escrito los artículos que más interés hayan suscitado. 

Es un intento por controlar o poner coto los cada vez mayores niveles de agresividad que caracterizan a los foros de internet, algo que cualquiera de nosotros puede comprobar que no es ni mucho menos exclusivo del país helvético. En nuestro país estamos ya desgraciadamente acostumbrados a leer auténticas barbaridades en los mismos foros, así como en redes sociales, donde la impunidad sirve de arma tanto a determinados intereses como de válvula de escape a quienes solo saben desahogarse escupiendo porquería. La verdad y la mentira apenas se distinguen, da igual lo que es cierto, lo que no lo es, se puede atacar sin pruebas, insultar sin consecuencias, desprestigiar con una facilidad que asusta, manipular la realidad... Se ha impuesto, en definitiva, la barra libre de la degradación y del todo vale.

"Nos dimos cuenta de que los debates no eran productivos, pues no había intercambio de ideas, sino que se repetían una y otra vez los mismos insultos e ideas fijas", afirma el responsable de redes sociales del mencionado diario suizo. Pues eso. Al menos el NZZ hace algo al respecto. Conviene no perder la esperanza de que otros sigan el ejemplo antes de que sea demasiado tarde. ¿O es que interesa que nada cambie?

viernes, 17 de febrero de 2017

Reseña: 'El azar y viceversa', de Felipe Benítez Reyes



  • Título: El azar y viceversa
  • Autor: Felipe Benítez Reyes
  • Editorial: Destino
  • Páginas: 512
  • Precio: 21 euros
  • Sinopsis (de la web de Planeta): Nacido en Rota, un pueblo sureño marcado por la presencia de una base militar norteamericana, el protagonista tendrá muchos oficios, conocerá los caprichos de la buenaventura y de las adversidades, las quimeras cumplidas y los ensueños malogrados, la deriva y el rumbo. Como telón de fondo, la penumbrosa España franquista, los años equívocos y aventureros de la Transición y nuestro presente de oportunistas disfrazados de redentores. Benítez Reyes dibuja un personaje que se quedará grabado en la memoria del lector: un superviviente perpetuo, servidor de muchos amos; un optimista melancólico al que no le asusta la mala suerte. Esta es una historia de contrastes: alegre y estremecedora, realista y enigmática, trepidante y reflexiva, desternillante a ratos y a ratos escalofriante. Como la vida misma.
  • Valoración: 9. Magnífico.

Todos tenemos lecturas que nos han marcado. Por la razón que sea, han dejado en nosotros huella. Maniático como soy en algunas cuestiones, quien suscribe las tiene agrupadas en una misma estantería. Son el tesoro más preciado, posiblemente algo caótico, sin demasiados elementos comunes ni hilos que le otorguen una mínima coherencia ni siquiera para uno mismo. Allí hay una quincena de títulos como Los cinco y el tesoro de la isla (Enid Blyton), Madame Bovary (Gustave Flaubert), El honor perdido de Katherina Blum (Heinrich Böll), El arte del yo-yo (Juan Bonilla), La tres bodas de Manolita (Almudena Grandes), Patria (Fernando Aramburu)... y tres de Felipe Benítez Reyes: Humo, El novio del mundo y El azar y viceversa.

Quizá por eso me cueste tanto escribir esta reseña. Siento un respeto máximo. Y cierto miedo a no estar a la altura. Debo reconocer, además, que siento debilidad personal y literaria por Felipe Benítez Reyes. Eso también influye en el temor a no ser todo lo objetivo que una reseña mínimamente decente requiere. El que sea roteño como yo no tanto, pues nunca he creído en el patriotismo local como argumento para defender las bondades de nada, aunque sí he de reconocer que resultó determinante para que empezase a leerle hace ya un buen puñado de años.

Al lío. El Rányer enamora. Es un sinvergüenza simpático. También un protagonista atípico. Como atípica es también la literatura de Benítez Reyes. El primero es un pícaro de esos que saben ganarse la vida en las circunstancias mas inverosímiles que uno se pueda imaginar; el segundo, un escritor que gusta de recurrir al molde pícaro (expresión copiada del suplemento cultural 'Babelia' del diario El País) para ofrecernos nuevamente una orgía de imaginación e ingenio, una experiencia literaria tan irreverente como estimulante.

'El azar y viceversa' arranca sonrisas y carcajadas, emociones, sorpresas... Conmueve y divierte, y todo con un pulso narrativo de nuevo ejemplar, que consigue atrapar desde el principio. Es Felipe Benítez en estado puro: ácido, melancólico, irónico, sutil, elegante... El que también reconocemos, por ejemplo, en El novio del mundo (será reeditado en enero del año que viene) o Mercado de espejismos (Premio Nadal 2007). Incluso en Humo, ganadora del Premio Ateneo de Sevilla en 1995.

Juan José Téllez decía que este libro es también un homenaje al trapicheo y a la economía sumergida. En parte sí, pero es mucho más. Los escenarios que describe, Cádiz, Sevilla y sobre todo un Rota marcado por la presencia de la base americana en los años del final del Franquismo e inicios de la Transición, sirven de excusa para un ejercicio de estilo y lenguaje magistral que constituye, sin duda, la esencia de esta obra. Al igual que los personajes, no solo el protagonista Rányel, sino también una excelente corte de secundarios.

Creo que es también un sincero ejercicio de memoria (un concepto tan presente en toda la obra literaria de Felipe Benítez). Tiempo, pasado, recuerdo, melancolía, humor, literatura... Un conjunto, en definitiva, que supone un derroche de imaginación y un auténtico regalo para los sentidos.

Como dijo aquél, pasen y lean.

viernes, 10 de febrero de 2017

Esa afición a leer esquelas

Siempre me ha llamado la atención la afición de muchos a leer las esquelas del periódico. Los hay que es lo único que leen con atención del diario que decenas de clientes comparten cada mañana en cualquier bar, mientras pasan mecánicamente las demás páginas. Yo los observo con disimulo, intentando descubrir qué es lo que les resulta tan atractivo. Me resulta fascinante. 

En alguna ocasión he preguntado a algún conocido, familiar o amigo el porqué de esa costumbre. Porque para muchos de ellos se ha convertido en una costumbre, poco menos que un ritual, eso de, por ejemplo, abrir el periódico por las páginas dedicadas a esas reseñas de quienes murieron ayer o en fechas recientes en la ciudad o la provincia en la que estemos. Da igual, la que sea. Lo he visto en Madrid, Tarragona, Reus, Cambrils, Salamanca, Rota o Jerez, municipios todos ellos en los que he vivido por diferentes circunstancias, casi siempre laborales. Y es curioso cómo casi siempre leen hasta la última coma de cada esquela. Eso sí, sucede como con Sálvame, ese programa de cotilleo que nadie reconoce ver pero que lleva años emitiéndose en una cadena de televisión gracias a los índices de audiencia de los que goza.

leyendo el periódico


Una vez de las muchas veces que sorprendí a mi padre leyendo las esquelas del periódico, el mismo que lleva comprando casi 30 años, desde que quien suscribe empezó a escribir en él cuando aun estudiaba periodismo en Madrid. Su respuesta me dejó sin argumentos con los que recriminarle el morbo injustificado que para mí siempre había supuesto esa afición: "Porque me gusta comprobar a qué edad muere la gente y lo que me puede quedar a mí". El dueño de un bar roteño donde solía ir a tomar café todas las mañanas, considerado por muchos como poco menos que la wikipedia de Rota, tenía la misma costumbre, aunque en su caso por un motivo diferente según me confesó: "Por si conozco a alguien". Un amigo de los de toda la vida me dio otra razón que, al igual que las anteriores, quizá por pudor, quién sabe, me pareció incompleta, lo que alimentó aún más mi fascinación por el asunto: "Para ver de qué muere la gente".

Una atracción insondable, en cualquier caso, que me sigue pareciendo de lo más curiosa, porque no acabo de creerme que los motivos de mi padre, de Juan el del bar o de mi amigo Joaquín sean los únicas, ni siquiera posiblemente los más importantes que les empuje a leer con tanto interés las esquelas de los periódicos. Deben ser las mismas razones del éxito de  esa web (me niego a facilitar su dirección) que, además de leer reseñas de medio mundo, ofrece "un servicio gratuito de creación y publicación de esquelas con el objetivo de informar a los seres queridos del fallecimiento, lugar donde será enterrado, funeral, etc.". "Nuestras esquelas son gratuitas y se pueden compartir por Whatsapp, email, Twitter, Facebook, etc.". Leer para creer.

Alguno se preguntará que a qué viene todo esto. No estoy seguro del todo. Quizá por la noticia que vi días atrás en un informativo de televisión (dejo el enlace al final de este texto), que me devolvió de golpe una curiosidad que llevaba ya tiempo dormida. Volvieron a mí las imágenes de mi padre, de Juan el del bar, de mi amigo Joaquín y de tantos y tantos otros hipnotizados por unos textos cuyo poder de tamaña atracción sigo sin entender pero que me provoca una curiosidad considerable. Y lo dice alguien que ha sufrido en sus propias carnes lo que supone tener que redactar una esquela a altas horas de la noche cuando trabajaba en un periódico y pasarla a toda prisa para que llegase a tiempo al cierre de la edición de ese día. A lo mejor ésa es precisamente una de las razones por las que no entiendo el placer que provoca su lectura.

viernes, 3 de febrero de 2017

'Ahí va un periodista'

Me gusta como escribe Manuel Jabois. Hace ya un tiempo que sigo sus columnas en El País. Marida con exquisitez claridad, ironía y elegancia. Puede ser sutil y ácido a la vez, y domina perfectamente el arte del buen escribir, el cual pone siempre a disposición del mensaje, de lo que quiere contar, de la idea que quiere transmitir.

Pero lo que más me atrae de sus artículos es que siempre encuentro una utilidad en ellos. Enseña algo, plasma una reflexión interesante o empuja a pensar en el asunto que aborda. O todo ello a la vez. Al menos a mí. Y lo hace sin adornos innecesarios y situando siempre el foco en lo esencial. Es capaz, en definitiva, de ofrecer en pocas líneas textos valiosos por su profundidad y sus extraordinarias hechuras.



Todo esto viene por su última columna en El País, publicada este pasado miércoles 1 de febrero y que enlazo al final de esta entrada. Habla del futuro del periodismo, centrándose en los diarios de papel, y de los periodistas. Añora "la prensa de antaño, cuando su credibilidad alcanzaba ámbitos extraordinarios". Lamenta que cada vez sea más difícil encontrar periódicos de papel ("adjetivar siempre es reducir, jerarquizar", dice) y que el término periódico a secas se use ya casi exclusivamente para el digital. Apunta incluso que cuando ve a alguien por la calle con un periódico bajo el brazo, lo primero que piensa es "ahí va un periodista". Puede parecer algo exagerado, pero ilustra a la perfección una realidad incuestionable.

Podemos culpar del mal momento del periodismo en general y de la prensa de papel en particular a los tiempos que corren, a la irrupción de las nuevas tecnologías, a la fuerza de internet, las redes sociales y todo lo digital... Son, sin duda, causas que han ayudado a construir su nueva realidad, sí. Pero creo que hay otras más importantes: la ausencia de autocrítica, reconocer lo que se ha hecho mal y rectificar, asumir las razones de una pérdida de credibilidad que ha minado los cimientos de un negocio que se basaba precisamente en eso... Lo dice alguien que es periodista, que ama una profesión que lleva ejerciendo de una forma u otra hace casi 30 años.

El periodismo se ha politizado en exceso, ha caído en el trincherismo, un frentismo en muchas ocasiones más virulento que el protagonizado por los propios partidos, olvidando cuál debe ser la esencia de una profesión bien ejercida. Buscar la verdad con honestidad, profundizar, analizar, explicar, contextualizar... son objetivos que han quedado en un segundo plano frente a otros que en demasiadas ocasiones han acabado prostituyendo una profesión gravemente enferma y con pronóstico más que incierto.

Siempre hay excepciones, claro. Afortunadamente. Pequeños oasis que consiguen que no perdamos la esperanza quienes amamos el periodismo, el de verdad, el auténtico.

Quizá por eso me guste tanto la literatura. Porque, como dice el escritor Adolfo Muñoz, "mientras el mal periodismo utiliza verdades para mentir, la buena literatura nos muestra la verdad utilizando historias inventadas".

http://elpais.com/elpais/2017/01/31/opinion/1485875131_374416.html

(La imagen/dibujo que ilustra esta entrada es de la plataforma de imágenes gratuitas Pixabay)

miércoles, 1 de febrero de 2017

Librerías alternativas

Leer es una experiencia única. Vale, sí, es una obviedad. Los que amamos la lectura lo sabemos, y si tú estás leyendo estas líneas probablemente es porque también te gusta. Seguro que, como a mí, te encanta perder la noción del tiempo en una librería, disfrutar cotilleando, buscando, encontrando, ojeando títulos, dejándote llevar por ese placer de buscar, de descubrir, de sorprenderte. Incluso el proceso de decidir qué te llevas y qué descartas se convierte en una ceremonia de lo más trascendente que puede condicionar tus próximos momentos de ocio.

Es, en definitiva, una experiencia única que merece la pena ejercitar con frecuencia y mimo. Ante las librerías frías, impersonales de un hipermercado o de un centro comercial, reivindico el 'arte' de convertir esa aventura de buscar/comprar uno o varios libros en algo que va más allá, capaz de maridar el proceso de compra con otros atractivos complementarios capaces de multiplicar ese placer en apariencia tan íntimo y personal.

Y aquí es donde entran en juego las llamadas librerías alternativas. Lógicamente, la mayoría se concentran en grandes ciudades como Madrid, aunque también es posible encontrarlas en medianos y pequeños municipios.

El siguiente reportaje se centra en ellas. Fue realizado hace tres años como práctica del ciclo de Realización de Audiovisuales y Espectáculos del Instituto RTVE. Merece la pena.

Personalmente, echo de menos oferta de este tipo en la ciudad donde resido, Jerez, y/o alrededores. Y tengo curiosidad por saber si tendría éxito.