viernes, 10 de febrero de 2017

Esa afición a leer esquelas

Siempre me ha llamado la atención la afición de muchos a leer las esquelas del periódico. Los hay que es lo único que leen con atención del diario que decenas de clientes comparten cada mañana en cualquier bar, mientras pasan mecánicamente las demás páginas. Yo los observo con disimulo, intentando descubrir qué es lo que les resulta tan atractivo. Me resulta fascinante. 

En alguna ocasión he preguntado a algún conocido, familiar o amigo el porqué de esa costumbre. Porque para muchos de ellos se ha convertido en una costumbre, poco menos que un ritual, eso de, por ejemplo, abrir el periódico por las páginas dedicadas a esas reseñas de quienes murieron ayer o en fechas recientes en la ciudad o la provincia en la que estemos. Da igual, la que sea. Lo he visto en Madrid, Tarragona, Reus, Cambrils, Salamanca, Rota o Jerez, municipios todos ellos en los que he vivido por diferentes circunstancias, casi siempre laborales. Y es curioso cómo casi siempre leen hasta la última coma de cada esquela. Eso sí, sucede como con Sálvame, ese programa de cotilleo que nadie reconoce ver pero que lleva años emitiéndose en una cadena de televisión gracias a los índices de audiencia de los que goza.

leyendo el periódico


Una vez de las muchas veces que sorprendí a mi padre leyendo las esquelas del periódico, el mismo que lleva comprando casi 30 años, desde que quien suscribe empezó a escribir en él cuando aun estudiaba periodismo en Madrid. Su respuesta me dejó sin argumentos con los que recriminarle el morbo injustificado que para mí siempre había supuesto esa afición: "Porque me gusta comprobar a qué edad muere la gente y lo que me puede quedar a mí". El dueño de un bar roteño donde solía ir a tomar café todas las mañanas, considerado por muchos como poco menos que la wikipedia de Rota, tenía la misma costumbre, aunque en su caso por un motivo diferente según me confesó: "Por si conozco a alguien". Un amigo de los de toda la vida me dio otra razón que, al igual que las anteriores, quizá por pudor, quién sabe, me pareció incompleta, lo que alimentó aún más mi fascinación por el asunto: "Para ver de qué muere la gente".

Una atracción insondable, en cualquier caso, que me sigue pareciendo de lo más curiosa, porque no acabo de creerme que los motivos de mi padre, de Juan el del bar o de mi amigo Joaquín sean los únicas, ni siquiera posiblemente los más importantes que les empuje a leer con tanto interés las esquelas de los periódicos. Deben ser las mismas razones del éxito de  esa web (me niego a facilitar su dirección) que, además de leer reseñas de medio mundo, ofrece "un servicio gratuito de creación y publicación de esquelas con el objetivo de informar a los seres queridos del fallecimiento, lugar donde será enterrado, funeral, etc.". "Nuestras esquelas son gratuitas y se pueden compartir por Whatsapp, email, Twitter, Facebook, etc.". Leer para creer.

Alguno se preguntará que a qué viene todo esto. No estoy seguro del todo. Quizá por la noticia que vi días atrás en un informativo de televisión (dejo el enlace al final de este texto), que me devolvió de golpe una curiosidad que llevaba ya tiempo dormida. Volvieron a mí las imágenes de mi padre, de Juan el del bar, de mi amigo Joaquín y de tantos y tantos otros hipnotizados por unos textos cuyo poder de tamaña atracción sigo sin entender pero que me provoca una curiosidad considerable. Y lo dice alguien que ha sufrido en sus propias carnes lo que supone tener que redactar una esquela a altas horas de la noche cuando trabajaba en un periódico y pasarla a toda prisa para que llegase a tiempo al cierre de la edición de ese día. A lo mejor ésa es precisamente una de las razones por las que no entiendo el placer que provoca su lectura.

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